Volví al cafecito en
el bar. Estaba el Profesor Autunez, ¿se acuerdan? El que sostiene que es
muy difícil para la mujer sobrellevar su belleza natural y que es nuestra
obligación hacerle más liviana esa carga mediante la delicadeza del piropo
idílico. Estaba, como es su costumbre, abstraído en la lectura.
-¿Cómo le va, Profesor?
-¿Qué dice, Golber?
-¡Eso!...¿cómo le va?
-No sea pánfilo, Golber, es un formalismo utilizado
para responder a un saludo; en este caso el suyo.
-Pero así no vamos a llegar a ningún lado, Autunez.
No vamos a poder mantener un diálogo coherente si ni siquiera podemos empezar
bien.
-¿Y porqué empezamos mal?
-Porque parece que cada uno de nosotros está en un
mundo paralelo al del otro. Yo le pregunto cómo le va, para saber cómo está,
cómo anda; y usted me interroga, y encima me dice que es una forma común de
responder a mi saludo. Si yo le pregunto cómo le va, usted puede contestarme
bien o mal; pero nunca que dice. ¿Y si yo le respondo a su interrogatorio?
-Hágalo, Golber, hágalo.
-Y que quiere que le diga, Autunez. Tengo tantas
cosas por decir que termino sin saber que decir.
-Tiene razón, Golber. Empezamos mal. Pero no se
preocupe, no es un problema nuestro. La sociedad está igual; nadie se entiende
cuando habla, o lo que es peor, como dijo usted, hablan en paralelo sin tener
ningún punto de contacto entre sus discursos; como si lo que dijera cada uno
fuera un compartimiento estanco.
-Bueno, bueno, Profesor; no quise calar tan hondo en
su enojo.
-No estoy enojado, pero escuche: “Intenta adaptarte al ritmo de su pelvis, y un
consejo: mantén la cabeza hacia abajo con la nuca relajada. De esa forma los
músculos de la espalda estarán flexibles y podrás seguir sus envites con todo
placer.
Cuando estés a punto de alcanzar el orgasmo, dile
algo para hacérselo saber y, si quieres llegar a nota, contrae los músculos
pubococcígeos para lograr una fricción añadida sobre su pene que aumentará la
intensidad de las sensaciones. Luego, echa tus brazos atrás y sujétale por el
trasero para que su penetración sea más profunda.”
-A
la pipeta, Autunez.
-Shh,
siga escuchando: “El lema es: despacio pero sin pausa. Empieza por un buen
masaje. Colócate detrás de él, de forma que sienta el roce de tus pechos contra
su espalda. Acaríciale el torso y masajéale el pecho con un poco de aceite
aromático. Rózale los pezones y ve descendiendo lentamente tus manos hacia su
abdomen y sus muslos. Deténte en los testículos. Dedícales tiempo y caricias
suaves mientras con la otra mano, te deleitas con su pene. Cuando te acuestes en la cama, túmbate de lado, en
la posición cucharita. Levanta tu pierna y apóyala sobre su muslo, y con
cuidado, guía su pene hacia tu vagina. Para quienes quieran conseguir puntos
extra de placer, he aquí un truco: haz una ve corta con tus dedos pulgar e
índice, colócalos sobre tu vagina y acompaña los movimientos de empuje de tu
chico con pequeñas presiones de tu mano sobre tu sexo.”
-¿Me
está escuchando, Golber?
-Atentamente,
Profesor. Me deja con la boca abierta.
-“Frótate
lentamente contra él, deslizándote sobre su vientre y trazando un ocho
imaginario con tus movimientos. Durante los juegos previos,
túmbate boca arriba, con las piernas separadas y los brazos por encima de tu
cabeza (detrás de la nuca o agarrando la almohada). Es un gesto claro de que te
ofreces a él y eres toda suya. Invítale a que se deslice sobre ti y te penetre. Sube las piernas y apóyalas sobre sus hombros. Así,
podrá tomarte por los tobillos y buscar el ángulo más idóneo para que disfruten
los dos.”
-¿Y?
¿Qué me dice, Golber?
-Ahora
entiendo su saludo tan poco ortodoxo. Que quiere que le diga; si hace un rato
estaba con la boca abierta, ahora me dejó mudo. Perdón, ¿de seductor nato ha
pasado a ser gurú del sexo?
-¡Ojalá!
Lo que acaba de escucharme no son consejos ni reflexiones mías. Son
recomendaciones para ser buena en la cama, que una afamada revista femenina
ofrece a sus lectoras y que, a través de su portal, están al alcance de
cualquier adolescente sin educación sexual, o con una pobre educación producto
de tabúes (Cosmopolitan. www.cosmohispano.com)
-Me
pregunto y le pregunto, Golber: ¿me equivoco cuando digo que la sociedad habla
con discursos paralelos?
-No
entiendo, Autunez. Expláyese.
-Por
un lado las chicas que ejercen libremente la prostitución vienen llevando una
fuerte lucha para que se reconozca su actividad como cualquier otro trabajo;
haciendo una gran diferenciación entre la trata de personas y el trabajo sexual,
reconociendo que éste último puede resultar un espacio propicio para la trata
pero que no necesariamente conduce a ella y, que vale recalcar, repudian (yo le
agregaría que sería algo así como prohibir las textiles porque se encontraron
personas en estado de esclavitud en algunas fábricas y que no me caben dudas
que esas personas puedan encuadrar en la definición de trata de personas). Sin
embargo, los/as pseudosrepresentantes de la ALTA moralidad, se escandalizan por
las trabajadoras sexuales –no así por esos “empleados” de fábrica o aquellos
“peones” de campo-; las demonizan como gestoras de la decadencia moral de la
sociedad; las invisibilizan porque no deben ser vistas o les prohíben contratar
espacios publicitarios.
-No
entiendo, Golber. ¿Por qué esta cruzada contra las meretrices y no contra esa
revista que les enseña a las chicas como satisfacer y satisfacerse sexualmente?
-¿Será,
Autunez, porque esa revista es para gente bien y si enseña a prostituirse lo
hace para un estamento social impoluto?
Que
el lector lo diga.
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